Carta abierta al gobierno mexicano. El Imperio español hace siglos que no existe, y tampoco la España del s.XXI es la causante.

Carta abierta al gobierno mexicano

El Imperio español hace siglos que no existe, y tampoco la España del s.XXI es la causante de los problemas de México. En cambio, el hegemón del otro lado del Rio Bravo sí lo es.

Queremos expresar nuestro afecto, cariño y respeto por un gobierno mexicano de López Obrador que en seis años ha enfilado a su país por una senda de soberanía, progreso y justicia social que ahora continuará la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.

Y al mismo tiempo expresar nuestro desacuerdo ante la polémica levantada. ¿Conviene a los intereses populares mexicanos el actual enfado diplomático con España? ¿Cual es la raíz de los problemas pasados y presentes de México? ¿Los estragos de la conquista del Imperio Español hace cinco siglos? ¿O la intervención, las agresiones y el saqueo del gigante al otro lado del Rio Grande?

México y España atraviesan un bache en sus relaciones diplomáticas, a raíz de que el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) decidiera no invitar al rey Felipe VI a la investidura de la nueva presidencia, Claudia Sheinbaum, por la no contestación de la Casa Real a la carta de 2019 e la que AMLO reclamaba a España pedir disculpas públicas por la crímenes de la conquista. Ante esto, el gobierno de Pedro Sánchez ha decidido no participar en la ceremonia.

Estas turbulencias diplomáticas son pasajeras, y no van a malograr los tupidos lazos de hermandad entre México y España, forjados por innumerables vínculos históricos, culturales, familiares y de afectos. Unos lazos que son comunes a los que unen a España con otros países de Iberoamérica, pero que son especialmente fuertes con esta nación.

La mayoría social progresista española nunca olvidará el decidido y fraternal apoyo que México prestó a la II República en el duro trance de la guerra civil, ni la calurosa acogida de 18.000 exiliados tras la victoria fascista, que pasaron a fundirse en el pueblo mexicano, nutriendo a su intelectualidad, y a su izquierda política y sindical.

Seis años de lucha por el progreso y la soberanía

Desde que AMLO fuera investido presidente en 2018, México ha recorrido una senda de progreso y desarrollo, de lucha por una mayor autonomía e independencia frente a las imposiciones imperialistas.

Llegar al Palacio de los Pinos fue un arduo camino, lleno de obstáculos y zancadillas, entre ellas el fraude electoral de 2006 que negó la victoria a López Obrador para otorgársela al gobierno entreguista del PAN, continuador de décadas de políticas neoliberales y corruptas del PRI.

Pero finalmente ocurrió. AMLO lo consiguió aupado por un Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que encauzó los anhelos y las energías de un gigantesco movimiento popular -partidos de izquierdas, sindicatos, estudiantes, indígenas…- logrando un contundente 53% de los votos en las elecciones federales de 2018.

AMLO ha culminado su mandato con una aprobación del 60% -que coincide con el porcentaje de votos cosechado por su delfina Claudia Sheinbaum, la mayor victoria electoral obtenida por ningún candidato desde 1991- gracias a sus éxitos económicos y sociales.

A pesar de los gravísimos problemas de pobreza y desigualdad que atraviesa el país, heredados de medio siglo de gobiernos oligárquicos y entreguistas, y de la brutal violencia del narco, los programas del gobierno de izquierdas han logrado avanzar en sus políticas redistributivas de la riqueza, haciendo que amplios sectores de las masas vean mejoradas sus condiciones de vida y trabajo.

El salario mínimo ha aumentado un 120% por sobre la inflación. Después de 35 años de estancamiento, durante el sexenio de AMLO el poder adquisitivo real aumentó más del doble, y cinco millones de personas salieron de la pobreza, la mayor reducción en dos décadas. El desempleo apenas llega al 2,7%, uno de los más bajos de América.

Todo ello al mismo tiempo que ha mantenido un rumbo ascendente del PIB, una relativa sanidad de las cuentas fiscales. La moneda se ha fortalecido y AMLO ha mantenido en manos públicas la petrolera estatal Pemex, poderosa fuente de ingresos.

En el plano internacional, el gobierno de Morena ha defendido a otras naciones hermanas de las agresiones del gigante del Norte. México acogió a Evo Morales en su exilio, tras el golpe de Estado ‘made in USA’ de 2019, y se ha alineado con Brasil y Colombia para exigir una salida democrática en la reciente crisis política venezolana, que incluye tanto la exigencia de las actas como el fin de las sanciones norteamericano, demarcándose del intervencionismo de Washington y sus aliados.

Por todo ello, saludamos y felicitamos al nuevo gobierno de Sigamos Haciendo Historia -donde confluyen además de Morena, el Partido del Trabajo (PT) de México y los ecologistas del Partido Verde- y a la primera presidenta de la historia de México, Claudia Sheinbaum, y mandamos nuestros mejores deseos de que sigan impulsando el progreso, la justicia social y la soberanía de México.

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¿A qué Imperio hay que enfrentarse?

Dicho todo lo anterior, queremos plantear nuestro desacuerdo con la polémica levantada.

Sobre la conquista española de hace cinco siglos, los historiadores -mexicanos, españoles y de todo el mundo- han arrojado luz y conocimiento. No cabe duda de que -como todas las conquistas de los reinos e imperios medievales- la de América se hizo a sangre y fuego, con violencia y crímenes, para lograr nuevas tierras y nueva fuerza de trabajo a la que explotar, arrancando las riquezas del Nuevo Mundo. Tampoco que -a diferencia de otros imperios coloniales, como los anglosajones- después del periodo de la conquista, en el «Imperio generador» español predominó el mestizaje y no el exterminio o la segregación de la población indígena

Pero esta no es una discrepancia historicista, sino política. Porque el Imperio español hace siglos que no existe, y tampoco la España del s.XXI es la causante de los problemas de México.

En cambio, el hegemón del otro lado del Rio Bravo sí lo es. El imperio norteamericano es una realidad que hoy siguen sufriendo todos los pueblos hispanos, entre ellos, y de forma especialmente virulenta, el mexicano.

Si hablamos de agravios históricos, bien saben los mexicanos que en primer lugar hay que poner la agresión norteamericana entre 1846 y 1848. En la que EEUU no solo invadió y ocupó México, sino que se anexionó la mitad de su territorio. Los actuales estados norteamericanos de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado o Wyoming eran territorio mexicano.

Pero de nuevo, no son cosas del s.XIX, sino del presente. Desde hace más de medio siglo y hasta la llegada de la izquierda a Los Pinos, todos los gobiernos del PRI y del PAN han impulsado políticas neoliberales y empobrecedoras para las clases populares mexicanas al mandato de las directrices de Washington. Han dejado abalanzarse a los grandes capitales de Wall Street sobre las arterias de la economía de México, y los hilos de la dominación hegemonista llegan a los aparatos fundamentales de la República, especialmente a la policía y el ejército. Por otra parte, es imposible desligar la historia de la violencia del narco -en América Latina y en México- sin vislumbrar la intervención de los inconfesables intereses norteamericanos en el tráfico de drogas y armas.

Por todo ello, cuando una parte de la izquierda latinoamericana -y española- centra sus atención y su denuncia contra la «conquista española» de hace cinco siglos, queremos recordar las conclusiones de una comisión de investigación del senado y el congreso norteamericanos que, en 1984 y dirigida ni más ni menos que por Henry Kissinger -artífice del Plan Cóndor, de la Escuela de las Américas y de multitud de genocidios y dictaduras en el continente hispano- determinó que las causas del atraso de Centroamérica había que buscarlas en la «herencia de la colonización española”.

Mientras EEUU invade países, fabrica golpes de Estado, sostiene dictadores, impulsa genocidios, saquea vorazmente toda Hispanamérica, los Kissinger gritan al oído de la izquierda: “la culpa de lo tuyo la tiene Felipe II”.

Y por eso, llamamos al gobierno y una parte de la izquierda mexicana e hispanoamericana a reflexionar. En su derecho están de pedir reparaciones por los hechos de la historia, pero es un error centrarse en combatir los imperios del s.XVI y no los del s.XXI. Y es un error debilitar la unidad iberoamericana -de la que España y Portugal, también sometidos a EEUU, forman parte- que es una fuerza política, económica, cultural e ideológica para enfrentar y derrotar las imposiciones gringas,

Fraternalmente les exhortamos a no aceptar guiones ajenos escritos por el actual hegemón de Washington, que utiliza la historia para justificar y ocultar un dominio demasiado actual.

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