El futbol femenino, como el avance del deporte femenino, está captando miradas. Se convierte en algo que llena estadios e impulsa el valor de la mujer.
De ocultarse a romper récords de audiencia. Es el primer triunfo y el primer golazo ante un patriarcado. En el deporte femenino en general nos encontramos que su avance se da de la mano con el movimiento feminista y la lucha por la igualdad.
No será hasta los años 20 en el que nacieron los primeros clubes de deporte femeninos. Cuestionando la visión y censura sobre el deporte femenino porque era “algo de hombres”. Coincidiendo con el movimiento sufragista.
Los partidos internacionales surgieron en los años 70. Siendo primero extraoficiales y esporádicas, ya que la FIFA no los aceptaba. Finalmente se acabó celebrando por primera vez de forma oficial en 1991.
Recientemente, en 2020, con el reforzamiento del movimiento feminista que ha movido a grandes capas de la sociedad, se incorporó el colectivo de derechos que regulan la actividad de las profesionales de la división femenina
Un golazo al patriarcado.
En los anteriores años, ante el crecimiento del deporte femenino, nos encontramos con un intento de denigrarlo. Despreciar las cifras, considerar a las jugadoras menos capaces utilizando el partido amistoso entre el Athletic de Bilbao y el equipo de cadete masculino.
Todo se permitía para denigrar el deporte femenino, pero a pesar de ese furibundo ataque, no han podido evitar que esta edición del mundial del futbol femenino prácticamente se haya convertido de masas. Cada partido contaba con más de 30.000 espectadores.
Este hecho se observa en otros deportes. Como por ejemplo en la Copa de la Reina en el baloncesto femenino, con más de 10.000 espectadores.
El antibeso de Jenni y Rubiales
Viendo la foto del instante podemos ver que es un antibeso y como tal produce la detonación de toda la opresión machista acumulada y vivida durante tantos años por “las chicas”, desde aquellas pioneras de los 80 a las que algunos hombres llamaban “pedorras”. Fue el antibeso de una boca dominante, bien parapetada, que provocó un cortocircuito que ahora incendia las praderas de los campos de fútbol
Los machirulos siempre se obstina en relativizar pericialmente los detalles del consentimiento. ¿Os acordáis de aquel magistrado en el juicio de la manada que decía sin pestañear que la víctima parecía disfrutar, a juzgar por su silencio? Como si un “vale”, aún en el caso de que hubiera existido, fuera el comodín salvador y justificador de la tropelía y no se diera en un contexto ya enteramente sentenciado. Rubiales y su federación, como ya lo hizo aquel magistrado, se emperran en jugársela a un “vale”, en este caso para salvar su orgullo viril, además de sus sueldazos y privilegios. Pero más allá de esto, la mecha que se ha prendido es la de la enmienda completa a la totalidad: a una mentalidad, una práctica social, psicológica y sexual generalizada en el ecosistema del fútbol.
Como se ha dicho estos días, el inaceptable papelón de Rubiales en la final y sus desagradables declaraciones muestran de manera concentrada el edificio insalvable que él representa. No fue una lástima que se mostrara en ese momento. Fue tan público y notorio que va a sentar cátedra, y eso es una conquista contra el silencio y la manipulación. En el momento culminante del éxito el lobo sacó la patita.
#SeAcabó. Todas somos Jenni
La revolución feminista ha creado un sistema inmunitario que propaga sus anticuerpos en segundos y los pone en circulación por una red capilar inmensa, que ya no tiene dueño, si no es su propia fuerza de contestación y avance. Alexia Putellas le ha puesto nombre y hastag: #SeAcabó.
No hay que lamentar ningún desperfecto, ningún ensombrecimiento del triunfo deportivo. En realidad vamos camino de ganarle otro partido a la cultura patriarcal, posibilitando que vengan más, y sobre todo, mejores triunfos deportivos y vitales para las mujeres. El fútbol femenino es más que nunca una expresión sociopolítica, donde se manifiesta de manera abierta el conflicto de la desigualdad. La final del mundial mostró cómo toda la belleza deportiva y social que ofrece el fútbol hecho por mujeres, no cabe de ninguna manera en el alambique oxidado de las actuales estructuras de poder de este deporte.
Las jugadoras españolas van a ser doblemente campeonas, también de libertades. Su respuesta ante lo sucedido, junto a su ejemplo de lucha y superación, van a brillar con luz propia en España y en el mundo. Jenni ha colado de lleno su penalti.
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